Un grave error en la programación musical provocó una de las anécdotas más curiosas de la historia de los premios de la música.
Y es que no se puede estar en todo, y la gala más prestigiosa de la música a nivel internacional estuvo plagada de errores. No sólo se rompió el Grammy de Adele (ni aunque digan que se convirtió en reina Salomona y lo partió en dos para compartir con Beyoncé), le falló el micro a James Hetfield en una de las actuaciones o en el Tributo a George Michael tuvieron que reiniciar el número por problemas técnicos (las malas costumbres que se adquieren de trabajar en falso directo).
Uno de los errores más garrafales sucedió durante la entrega de premios en la categoría «Mejor interpretación de una banda de Metal». Momento histórico en el que Megadeth recibía al fin el primer Grammy tras 34 años de carrera y 12 apariciones en la ceremonia angelina (ya era hora). Y cuando Mustaine y compañía se levantaron (perezosamente, supongo que dando por hecho que se iban a quedar en blanco otra vez y les cogió el premio de sorpresa) a recibir el galardón, la orquesta del Staples Center tuvo el «bonito detalle» de interpretar uno de los temas más míticos de la banda rival por excelencia: Master of Puppets de Metallica (el amo de las marionetas, para más INRI).
Para quien no lo sepa, Metallica se considera la banda rival de Megadeth históricamente. Dave Mustaine (líder y fundador de Megadeth) formó parte de la formación californiana en sus inicios hasta que acabaron de mala manera su relación y fue expulsado del conjunto metalero. Los fans tuvimos suerte y Megadeth nació como proyecto alternativo, lo que dio lugar a la mayor banda de Thrash de la historia, pero la mala relación entre Mustaine y Metallica creó una de las rivalidades más sonadas de la historia de la música. De ahí que nos llame tanto la atención ese gesto de acompañar el paseo de los ganadores con la banda sonora del eterno enemigo.
Os dejamos por aquí el momentazo de la noche:
.
La banda lo tomó con humor y hubo «miraditas» hacia la orquesta a la hora de subir al escenario. Todo sonrisas y gestos pícaros; la mala uva quedaba difuminada por el momento de alegría de recibir el premio y la cosa no pasó a mayores. Mustaine recibió la estatuilla con una media sonrisa (la suya, la de toda la vida) y un par de chistes de libreta: «Sólo han hecho falta 12 apariciones para recibir el Grammy, si llego a las 21 de Kenny G tal vez no llego vivo para verlo». El comentario sobre la banda sonora de su aparición lo dejó para después, en las redes sociales: «No puedes culpar a la banda de no estar a la altura para tocar algo de Megadeth», grande Mustaine, sólo hay que darle un poco de tiempo para pensar en la respuesta adecuada.
Si sacásemos este hecho de contexto se vería más claro y, como no, voy a dejar una serie de situaciones para que penséis qué pasaría si:
Qué pasaría si a Oasis le dieran un premio y tocasen un tema de Blur?
Qué pasaría si en una presentación de Guns n’ Roses sonase un tema de Nirvana?
Qué pasaría si Cristiano Ronaldo fuese a recibir el Balón de Oro y sonase el himno del Barcelona?
Pues sinceramente, creo que valdría la pena ver el gesto desencajado (es que en Mustaine se nota menos, siempre está desencajado) de las estrellas, debatiéndose entre el buen rollo de recibir el homenaje y el mal rollo de oír una música que les trae las peores sensaciones. Especialmente en el tercer caso, ya que fuera del mundo de la música todo parece más grave.