Emparejada en ese grupo de ilustres nórdicas como Björk o Emiliana Torrini, la cantante, pianista y compositora danesa ha conquistado el corazón de público y prensa especializada con su elegante pop de cámara en el que mezcla con maestría piano, voz, cuerdas y loops. Su música se resiste a etiquetas y nos transporta de forma hipnótica y sus actuaciones en directo son una experiencia frágil y viva, como ella misma define.
Con su forma de hacer música ha logrado conectar el mundo de la clásica con la corriente contemporánea y electrónica. Una nueva generación de artistas en la que los límites no funcionan.
Sus composiciones poseen un extraño y melancólico encanto que te atrapa y es capaz de transportarte de forma hipnótica a su particular universo sonoro. Piezas minimalistas, deudoras del pop y el rock tanto como del folk, a las que añade letras cuando le parece que las necesitan, con una voz frágil, de exquisita delicadeza y elegancia, y con esa fría belleza.
Obel es feliz distorsionando la perfección y una auténtica alquimista: además de cantante, pianista e ingeniera de sonido, cocina sus composiciones aislada del mundanal ruido en su estudio casero de Berlín. Experimenta con pianos, violonchelos, violines y xilófonos, profundiza en la manipulación de coros y loops, aportando así texturas contemporáneas y vanguardistas al clasicismo que late bajo sus piezas.
Comenzó a tocar el piano con tan solo 6 años, en los 90 estaba en una pequeña banda como cantante y bajista, y en 2010 llega su arrollador debut como solista con “Philharmonics», con el que alcanza el numero 1 en Bélgica y Dinamarca, disco de oro y más de 450.000 discos vendidos en Europa.