Han pasado dos años desde que La Trinidad publicaron su álbum debut, Los edificios que se derrumban, un álbum que les señalaba como estandartes del sonido característico de (valga la redundancia) Sonido Muchacho. El cuarteto malagueño lejos de esconderlo, mostraba orgulloso la influencia de algunas de las mejores bandas nacionales de los ochenta, que se traducían en un sonido correoso y vibrante, rock rabioso y acelerado que tomaba el testigo de muchas de las referencias más ilustres que forjaron la identidad del sello. En definitiva, un gran debut.